miércoles, 17 de abril de 2013

Análisis de la violencia en México durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.


Actualmente en México se vive un estado de violencia que ha venido deteriorando desde ya hace muchos años la armonía social. Se podría decir que este declive comenzó en el 2006 con la llamada «guerra contra el narcotráfico» que emprendió el gobierno del ex-presidente Felipe Calderón Hinojosa. Si bien esta guerra condujo a la captura de varias cabecillas del narcotráfico en México, también dejó a su paso una estela de muerte. 60,000 muertos aproximadamente. Ha esto se le suma la atmósfera de terror en la que se sumió México mientras esta guerra se libraba.
                                                       
Cuando el actual presidente, Enrique Peña Nieto, asumió el cargo, se esperaba un cambio inminente en las tácticas que emplearía el gobierno para combatir la inseguridad y la violencia en México. ¿Cómo ha funcionado esto? Recientemente, el Gobierno mexicano informó que los homicidios presuntamente relacionados con la delincuencia organizada bajaron un 14 por ciento en los primeros cuatro meses de la presidencia de Enrique Peña Nieto. Esto se traduce en 4,249 muertes en cuatro meses; comparadas con las 4,934 muertes que ocurrieron durante diciembre del 2011 a marzo del 2012, la diferencia es apenas discernible.

En el tema de secuestros el comparativo se hizo respecto a los últimos cuatro meses del Gobierno anterior -de agosto a noviembre del 2012- cuando hubo 733 casos, mientras que de diciembre del año pasado a marzo de este año fueron 551 los raptos, cifras que muestran una disminución del 25 por ciento en ese delito.
A pesar de estos pequeños progresos, también hay que tomar en cuenta que tres ciudades de México (Acapulco, Torreón y Nuevo Laredo) se encuentran clasificadas entre las 10 ciudades más peligrosas del mundo. En la más peligrosa de estas, Acapulco, se registran 143 homicidios por cada 100,000 habitantes.

Los números sobre la criminalidad en México son entre los peores del Hemisferio Occidental, y de acuerdo con Latinobarómetro, más del 40 por ciento de los mexicanos dicen que ellos o algún familiar han sido víctimas de la violencia.

La falta de una policía honesta, déficit histórico, se paga ahora con miles de vidas al año y el desgarro del tejido social. Este número ofrece un acercamiento a las causas de la violencia, pero también a las propuestas de solución; un llamado al análisis en profundidad, pero también una denuncia de los lugares comunes que se repiten en los medios; una lectura global del problema, pero también un estudio de sus manifestaciones concretas más peligrosas.

La situación que hemos considerado hasta aquí, nos hace constatar una vez más «que algo está mal y no funciona en nuestra convivencia social y que es necesario exigir y adoptar medidas realmente eficientes para revertir dicha situación». Debemos ir más allá en nuestro análisis, no podemos quedarnos en la descripción de las principales actuaciones del crimen organizado que diseminan el clima de violencia, hay que actuar asumiendo nuestra responsabilidad social y vigilar que las instancias públicas asuman la suya. Para ello es necesario ir a la raíz de los graves males que aquejan a la sociedad.

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