lunes, 29 de abril de 2013

Caracterización de la violencia en México.

Empecemos definiendo qué es la violencia: Se entiende que la palabra violencia viene del latín violentía. Según el diccionario de la Lengua Española, “establece o califica la calidad de violento, el cual a su vez denota que algo está fuera de su natural estado o situación, o de acciones que obran con ímpetu y fuerza”. Generalmente, se habla de violencia cuando se ejerce la fuerza física contra alguien con el propósito de dañarlo o cuando se expresa el abuso del poder individual o socialmente.

La violencia:

• Afecta a todos los sectores sociales y se expresa tanto en el ámbito público como en el privado.
• Es una prioridad en la agenda nacional, por sus implicaciones económicas, políticas, sociales y familiares.
• Tiene un impacto de corto, mediano y largo plazo en las personas, las familias y las comunidades.
• Sus repercusiones se perciben en los ámbitos familiar, laboral, escolar, social, de salud y económico.
• Es un fenómeno multidimensional que requiere un tratamiento integral para su cabal conocimiento, detección y prevención.

Una de las preocupaciones más importantes de la sociedad actual es el contar con un entorno que garantice la seguridad y la integridad de las personas, tanto en el ámbito público como en el privado.

Esta prioridad en la agenda social surge del convencimiento de que es necesario enfrentar el problema de la violencia como un complejo problema social que incide en muy diversos ámbitos: salud, seguridad pública, trabajo, entre otros, y que además se inscribe en el marco de la violación de los derechos humanos.

Actualmente en México se vive un estado de violencia que ha venido deteriorando desde ya hace muchos años la armonía social. Se podría decir que este declive comenzó en el 2006 con la llamada «guerra contra el narcotráfico» que emprendió el gobierno del ex-presidente Felipe Calderón Hinojosa. Si bien esta guerra condujo a la captura de varias cabecillas del narcotráfico en México, también dejó a su paso una estela de muerte. 60,000 muertos aproximadamente. Ha esto se le suma la atmósfera de terror en la que se sumió México mientras esta guerra se libraba.

El actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha cambiado radicalmente de estrategia en la lucha contra el crimen organizado respecto a su antecesor, Felipe Calderón, pero sus primeros cien días de gobierno igualmente se han llenado de plomo.

Del primero de diciembre de 2012 –fecha en que tomó posesión Enrique Peña Nieto– al 31 de enero de este año han sido asesinadas mil 758 personas (28 homicidios diarios en promedio), en hechos presuntamente relacionados con rivalidad entre grupos criminales y enfrentamientos de autoridades con miembros de organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, según datos obtenidos de funcionarios federales que participan en el gabinete de seguridad nacional.

La violencia del narcotráfico en México ha adquirido características de una “narcoinsurrección” porque los cárteles intentan negar el control del gobierno en partes del país, según Dick Lugar, prominente senador republicano.
“Las guerras de la droga en México han adquirido algunas características de una narcoinsurrección. Aunque no tengan intenciones ideológicas o revolucionarias, los cárteles persiguen objetivos políticos además de sus objetivos económicos”.

La falta de una policía honesta, déficit histórico, se paga ahora con miles de vidas al año y el desgarro del tejido social. Este número ofrece un acercamiento a las causas de la violencia, pero también a las propuestas de solución; un llamado al análisis en profundidad, pero también una denuncia de los lugares comunes que se repiten en los medios; una lectura global del problema, pero también un estudio de sus manifestaciones concretas más peligrosas.

El hecho es que ante la escalada de violencia, la seguridad se transforma en uno de los reclamos más urgentes de la población. Probablemente para muchas personas no haya peor sensación que tener miedo en los lugares públicos, en la calle o en su propia casa. Las consecuencias físicas, psicológicas y económicas de los actos violentos han conducido a mucha gente a optar por diferentes tipos de medidas parciales que más que disminuir la incidencia delictiva, solo amortiguan un poco la sensación de inseguridad.

La situación que hemos considerado hasta aquí, nos hace constatar una vez más «que algo está mal y no funciona en nuestra convivencia social y que es necesario exigir y adoptar medidas realmente eficientes para revertir dicha situación». Debemos ir más allá en nuestro análisis, no podemos quedarnos en la descripción de las principales actuaciones del crimen organizado que diseminan el clima de violencia, hay que actuar asumiendo nuestra responsabilidad social y vigilar que las instancias públicas asuman la suya. Para ello es necesario ir a la raíz de los graves males que aquejan a la sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario